La manipulación y el chantaje son manifestaciones de violencia psicológica o emocional que se basan en presiones sobre la mujer, para obligarla a actuar en cierto sentido. Pueden ser sutiles, enmascaradas e indirectas o frontales, agresivas y aplastantes. Su fin es controlar, confundir, vulnerar, paralizar o culpar a quienes la reciben. Para muchas mujeres, dichas manifestaciones son difíciles de detectar y de manejar.
Los hombres violentos manipulan para lograr mayor control y dominio en la relación de pareja. La manipulación se expresa en forma de chantaje, amenazas de afectación material o emocional a la mujer violentada, como por ejemplo, quitar o estropear objetos, limitar el dinero o las posesiones; amenazar con quitarle a los hijos e hijas o con dañarlos; hacer creer que sin él, la persona no podrá vivir o se suicidará. Todo lo descrito anteriormente constituyen formas dirigidas a hacer creer a la mujer que ella será la culpable de la conducta de su pareja.
La manipulación está presente cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, cuando se exige sin dar opción a elegir, o cuando se menoscaba la autoestima ajena de manera más o menos capciosa. Implica, en suma, la utilización de otra persona para un beneficio propio. Sin embargo, existen importantes diferencias de grado.
Así como algunos chantajes son transparentes, otros resultan más retorcidos y pueden terminar siendo destructivos. Los maltratadores llegan a tiranizar a la mujer con la que conviven utilizando el desdén, la humillación o la crítica. La manipulación llevada al extremo supone un maltrato psicológico, una agresión que no deja marca ni heridas, pero que no por eso resulta menos dañina.
Algunos tipos de manipulación y chantaje son los siguientes:
- El castigo. Amenaza, de manera más o menos directa o implícita, con que si no se realiza lo que uno desea tendrá consecuencias negativas.
- El autocastigo. En este caso, la amenaza consiste en dañarse uno mismo para hacer sentir culpable a la mujer. Como, por ejemplo, diciendo: "Si tú no me quieres, la vida no tiene sentido para mí".
- El silencio. Supone una manera de mostrar el enfado. La víctima a menudo siente que sólo cediendo logrará mejorar el clima de la relación.
- El victimismo. Implica una exigencia disfrazada de sentimientos de lástima y culpa. Como, por ejemplo: "Si no vienes a verme, estaré solo todo el día".
- La culpa. Se utilizan reproches o comentarios críticos para que la víctima se sienta culpable y así corrija su actitud o su comportamiento.
No debemos caer en el juego de la manipulación y el chantaje. Algunos consejos para evitarlo son:
Las apariencias engañan.
Si actúa haciéndonos creer que está decaído y triste para provocar nuestra lástima, debemos comparar esta imagen con la de la persona que nos violenta. Veremos que ambos comportamientos son opuestos. El agresor, que se siente poderoso porque somete, ahora parece una persona débil, indefensa y necesitada de protección, pero esto es sólo una actuación.
Si amenaza con dañarse a sí mismo, hasta llegar al intento de suicidio, su propósito es crear culpa en la pareja. Debemos tener claro que cada persona es responsable de sus decisiones y sus sentimientos y no podemos asumirlas por nadie.
No es nuestra responsabilidad salvar a esa persona.
Ante todo, tenemos que mirar por nuestra integridad física y psíquica. Resolver los problemas del agresor es algo que no nos toca hacer.
(mujersincadenas.blogspot.com)
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